Entrevista a Elena Laseca
- Mokona
- 11 may
- 5 Min. de lectura
Primero muchas gracias por aceptar esta entrevista... añadir también que tuve la oportunidad de ir a la presentación del libro, y que lo recomiendo a todos nuestros lectores.
Sobre Llámame pingüina
¿Por qué los pingüinos?
Leí que los pingüinos son monógamos. Que tenían la misma pareja durante toda la vida. Que se elegían mediante un ritual bastante romántico: el pingüino elegía una pareja y dejaba una piedra delante, si la pingüina la cogía se sellaba el pacto. (Después leí que era la hembra la que elegía al macho). Pero solo estaban juntos una vez al año: veinte o treinta días, para la parada nupcial, el resto del año cada cual iba a su libre albedrío. Después se encontraban en la misma fecha y el mismo lugar. Se reconocían por el sonido. Y se me ocurrió escribir una historia copiando a los pingüinos pero con seres humanos.
¿Tenías claro cómo iban a ser los protagonistas?
En un principio, sí. Ella, la pingüina (que, por cierto, no existe este término en el diccionario de la Real Academia) la imaginé como una mujer con un afán muy claro de libertad e independencia, con ganas de romper con las convenciones sociales. Lo que no sabía es si lo iba a conseguir. Él, el pingüino (este término sí que existe en el diccionario) lo pensé un tipo enigmático, simpático, dicharachero, pero con una historia medio oculta. Al final salieron dos personajes que se aproximaban a mis intenciones, pero que fueron mucho más allá de mi imaginación. Creo que ellos mismos mejoraron.
¿Cuál es tu personaje favorito?
Además de Candela, la Pingüina, hay un personaje que me desarma por su ironía fina, su forma de estar en el mundo, su capacidad para hacerme reír y llorar al mismo tiempo. Es lo que se dice una mujer de una vez: Blanca, la tía de Candela.
¿Sabías cómo iban a terminar? Aunque me ha dejado ganas de más, tengo que admitir.
Sí, sabía el final a grandes rasgos (siempre lo sé cuando comienzo a escribir una novela). Únicamente tenía que vestirlo bonito. Y decidí vestirlo de Lord Byron y terminar con uno de sus poemas.
Nos encanta la variedad de los personajes, LGTB+ y nos haces olvidarnos de las
diversidades que cada uno tiene. Además, el cariño que transmiten todos es algo que los hace muy especiales. ¿Sabías cómo iba a ser, o son personajes que tomaron el control cuando los creaste?
Los personajes siempre acaban tomando el control, según va avanzando la historia. Sin embargo, en este caso había una clara intención: despojar a los personajes de los adjetivos calificativos y dejar el sustantivo, es decir, la sustancia. Mi afán era reivindicar lo que todos y cada una tenían de persona y se nos olvidaran sus orientaciones sexuales, su aspecto o sus adicciones. Por eso tuve cuidado en otorgarles valor como seres humanos. Y especiales, sí.
¿Qué querías transmitir con este libro?
El afán de las mujeres de mi generación por quitarnos de encima el papel que hasta los años setenta (y me temo que más allá) se nos había asignado a las mujeres. Quería transmitir este deseo y que el relato rezumara mucho amor y que el amor no nos impidiera ser libres e independientes, que pudiéramos controlar nuestra vida. Otra idea importante es el convencimiento de que para ser felices las y los protagonistas de la historia necesitan rodearse de buena gente, amistades incondicionales y lealtad.
En la presentación del libro hablaste de la importancia de las emociones... Cuéntanos más sobre ellas.
Creo que dije que mi pretensión es meterme en el corazón de cada personaje y ver cómo late. Las historias que cuento tienen que ver con las historias de las emociones.
Hablo de la vida desde lo más íntimo de las personas, de lo que sienten, de lo que anhelan, de los temores, de los ahogos y también de las alegrías y los momentos felices. La evolución en el crecimiento de Candela es el mejor ejemplo de esto.
También comentaste la importancia de las casas, de que como depende de la casa en la que te encuentres las cosas cambian. Claro ejemplo de esto para mi es la casa de Tito y Manu, como la casa de Blanca, o la casa de los padres de Candela.
La escritora argentina Florencia del Campo escribió: «Que tenga una casa»,
considerando la casa como el lugar al que volver. Al escucharla hablar sobre su libro me quedé pensando en el papel de las casas en mi novela «Llámame Pingüina».
Todas tienen un símbolo: la de Malasaña significa la libertad; la de Blanca en Ortigosa de Cameros, el sosiego y el calor humano; el ático de Juan Miguel, el confort del dinero; el hotel con encanto de Conil de la Frontera, la felicidad completa. Y así todas las casas que aparecen, algunas de ellas portadoras de desgracias, como el chalet del Viso de la hermana de Candela.
¿La portada y el título lo tenías claro?
La portada sale de un diálogo con la editora y el editor, como suele ser habitual. Les damos la idea y, tras algún intercambio, llegamos a un acuerdo.
En el título tuve algunas dudas: yo quería llamarla Pingüina, por aquello de reivindicar un término inexistente y que, en mi opinión, debía existir. Sin embargo, solo «Pingüina» podía inducir a error: se podía confundir con un cuento infantil.
Un publicista colombiano, al que conocí en un encuentro literario en Bogotá, me dio la idea: «Ponle delante, llámame o dime Pingüina y así ya no tendrá el aspecto de cuento infantil». Así surgió el título.
¿Qué hay de Elena Laseca en “Llámame pingüina”?
Candela es de mi misma generación. Comparto con ella los mismos deseos de libertad; los mismos cabreos por no querer conformarnos solo con el papel de esposas y madres; el mismo afán por encontrar un amor que no nos limite; el concepto de amistad: ella tiene dos amigas incondicionales y yo también; la música: la «playlist» de la novela; la admiración por un padre contable hecho a sí mismo; el tiempo que le lleva comprender los miedos de su madre Y, quizá, excepto su afición por las estrellas, todo lo demás.
De los lugares que nombras en el libro, ¿has estado en todos? ¿Cuál es tu favorito?
He estado en todos los lugares del libro excepto en uno: México, aunque espero ir algún día. Cada uno de ellos tiene su propio encanto, al menos yo se lo he descubierto. Si tuviera que quedarme con uno diría Conil de la Frontera y, en concreto, la playa de Castilnovo, donde las puestas de sol te quitan el sentido.
Si no me equivoco en todos tus libros, siempre las protagonistas son mujeres, ¿es a
propósito? ¿Ha surgido así o ha sido planeado?
Que las protagonistas de mis libros sean mujeres está hecho a propósito. Otra
escritora y poeta argentina, Noni Benegas, decía que el problema básico de una escritora es cómo dar voz a un sujeto que siempre fue objeto de la literatura (ella decía de la poesía). Bueno, pues eso hago: dar voz a las mujeres como protagonistas de su propia historia para compensar ese «siempre fueron objeto».
Además, mi tono intimista me lleva a ponerme mejor en la piel de una mujer.
¿Cómo te sientes más cómoda escribiendo novelas o relatos?
Escribiendo relatos me divierto. Me gusta mucho hacer una narración corta de algo, cualquier cosa, cualquier historia que me hayan contado o me haya llamado la atención. Escribiendo novelas sufro, pero..., me gusta sufrir. Me quedo con la novela.
Algo más que quieras transmitir a nuestros lectores...
Que se imaginen a los personajes como les gustaría que fueran. Que les pongan ojos y cara y los vean conduciéndose por la historia y haciendo los gestos que piensen que están haciendo en cada momento. En definitiva, que hagan suya la novela y se conviertan en amigas y amigos de las y los protagonistas.
Muchísimas gracias por la entrevista. A continuación os dejamos un video de la autora.
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