Una novela que nos narra la vida de una niña griega, en la época de la Grecia clásica en Delfos, donde se veneraba a los dioses desde Gea la madre de todos, hasta Apolo y demás dioses.
Nos va contando el paso del tiempo desde sus 7 años, cuando la dejan en el templo para convertirse en sacerdotisa, hasta cuando se hace mayor y va bien el cambio del mundo.
Dentro del Santuario, conocerá la amistad, la traición, la envidia, se apasionara por el estudio, aprenderá a conocer a las personas...
Es una historia llena de misterios, ritos, creencias. Muy recomendable si te gusta saber sobre mitos griegos y sobre parte de la historia de Grecia, tanto de su época de esplendor como los desastres que ocurrieron.
Mokona
ENTREVISTA CON LA AUTORA
¿Quién es tu escritor favorito?
Tengo varios, pero destacarÃa a Robert Graves por su capacidad de hacer poesÃa con la prosa.
¿Qué tipo de libros te gusta leer?
Sobre todo ensayo y novela histórica.
¿Cuál fue el primer libro que te impactó y por qué?
Es una pregunta de difÃcil respuesta, empecé a leer desde la infancia de forma compulsiva y cada libro me impactaba de alguna manera. Por citar alguno: Yo, Claudio de Robert Graves y El nombre de la rosa de Umberto Eco.
¿Qué te animo a escribir?
La lectura proporciona el ánimo y las armas. Cuando lees mucho acabas queriendo escribir tus propios relatos, y puedes hacerlo por la riqueza léxica que se adquiere y por la variedad de estilos con los que te enfrentas.
¿Dónde te gusta escribir, en qué momento del dÃa?
En mi despacho y muy temprano. Necesito silencio absoluto.
El libro nos transporta a la Grecia Clásica en su momento de esplendor, y nos va
llevando a lo que paso en el futuro… ¿Qué te llevo a querer escribir sobre ello?
El mundo de los oráculos siempre me ha fascinado, especialmente el de las sibilas por ser personajes femeninos de máxima relevancia en la antigüedad.
Me atraen especialmente los orÃgenes prehistóricos de la institución oracular, tiempos en los que el ser humano tenÃa un instinto que algunos sabÃan bien cómo incrementar mediante el uso de sustancias nootrópicas para estimular sus mentes.
Por ello, ciertos individuos poseÃan un don profético que otros podÃan utilizar en beneficio propio; y sobre todo eran mujeres por una sencilla causa: el profundo conocimiento que ellas poseÃan de todo tipo de fármacos naturales debido a su labor de cuidadoras y madres.
Poco después, con la llegada del cristianismo, se hizo necesario enmascarar cualquier rasgo de paganismo, las diosas madre pasaron a convertirse en vÃrgenes, los dioses menores en santos y santas y los oráculos fueron llamados profetas y profetisas.
Hoy en dÃa y a causa de la civilización nos resulta increÃble que antaño se practicase con tal seriedad lo que ahora parece una especie de ritual mágico y supersticioso, pero aunque no nos demos cuenta seguimos actuando de la misma forma; ahora el oráculo es Google y dentro de poco la IA.
¿Cuál es tu personaje favorito del libro?
Me gusta ser cuidadosa con mis personajes y todos los que aparecen en La última sibila se convirtieron en "personas"; con las que convivà durante los años de documentación y escritura, fases que simultaneo durante el proceso creativo. Obviamente tuve más relación con los protagonistas, asà que Berenice y Clea podrÃan ser mis favoritas junto con Plutarco, pero ese es un personaje real a quien conocà bien a través de la lectura de sus obras.
Cuando empezaste a escribirlo, tenias claro como se iba a desarrollar la vida de la
protagonista.
No, nunca me ocurre, puedes tener claro el final, pero el propio personaje y el argumento te llevan a momentos impredecibles que alteran el proyecto inicial.
Es como si ellos mismos fuesen dictándote lo que les va ocurriendo.
Algo mas que quieras añadir y contar a nuestros lectores
Mi última novela, titulada El traductor, ha supuesto un cambio respecto a las anteriores con un resultado del que me siento muy orgullosa.
Es una obra en la que fusiono los siglos XXI y IX, el rigor histórico con dosis de thriller y novela fantástica, y las formas de expresión actuales con el lenguaje atribuible a la novena centuria.
Era una apuesta arriesgada y un reto intelectual en el que me encantó sumergirme, ya que cuando haces algo asà corres el riesgo de no lograr un argumento armónico.
Por último, quiero daros las gracias por la entrevista y animar a los lectores a que no pierdan nunca tan sana costumbre.
Un abrazo a todos.